Una provinciana en la ciudad

Este dieciocho tuvo de todo: Desde agradables invitaciones y juntamientos sorpresa. No sin la recurrente claustrofobia en el túnel, en la que Chayanne se ocupó de mantenerme distraida, esperando verlo aparecer, como en uno de sus antiguos videos. Peligrosas y exitosas caminatas sobre adoquines con botas negras de tacones afilados. Fiscalización de «los amigos en su camino» y la correspondiente expresión del gatito de Shrek… Creo que también me ayudó la tarjeta navideña y el estratégico posicionamiento de un ejemplar de la moribunda Constitución en el asiento trasero. Búsqueda de caminos evasivos -Providencia y Ñuñoa estaban llenas de «amigos verdes»-. Profundas conversaciones sobre la vida, los ancestros y la muerte, la pintura y la danza. Un poco de Claro de Luna, Chopin, Mozart y otros clásicos. Pérdida y milagrosa recuperación de «el anillo», en menos de veinticuatro horas. De todo lo anterior es testigo y mudo cómplice la máscara de Anonymous, el copiloto, que muy a menudo hasta a mí me sobresalta. Los ángeles sobrevolaron mi viaje y nuevamente las pequeñas desventuras se transformaron en insólitos e irrisorios pasajes, que algún día estarán en mi «Autobiografía Censurada», que, por supuesto, contendrá parte, solo parte, de algunas aventuras aquí -y en otros relatos- omitidas, en razón del horario, el tiempo y el decoro.

2021 | 09 | 20

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