Las orquídeas de la carretera

“¿Hablan de mi papá? ¿Y ahora que agoniza, debo ir y visitarlo, dejando a mi hijo, mi casa y mis mascotas solos, para hacer un largo e incierto viaje que me pondrá frente a frente a personas que me despojaron, me insultaron y excluyeron?
Con seguridad me encontraré con Ximena, y sus padres, que le enseñaron los valores en virtud de los cuales es lícito castigar a las personas, robándoles todo para que aprendan lecciones que no aprendieron antes, porque les «faltó más ver programas culturales como Barney». Ximena y su madre, en más de una ocasión llegaron incluso a dejarme encerrada por horas, sin acceso a baño ni ducha.
¿Quién me asegura que mi libertad no volverá a ser violada?
Hay quienes dicen que estoy llena de rabia, y así es. Es fácil hablar de perdón cuando no se ha estado en las situaciones de otros. Pero esto va mucho más allá del perdón, cuidar la integridad patrimonial, física, emocional y espiritual, intentar el equilibrio luego de una vida de abusos, es un instinto básico de conservación.
Hay una parte de mi familia que está enterrada hace tiempo, y mi padre se enterró cuando vio a su hija desvalida, y no solo le dio la espalda, sino que se asoció con otros para asegurarse la impunidad…
Y hoy vino una loca que abandonó a sus hijas a decirme cómo debo comportarme en momentos críticos, y, dijo, además, que me había perdonado (por los escándalos y quiebres que ella propició). Según ella, la gemelas son «algo tóxicas» «¿Se habrá mirado a sí misma?», me pregunto.
La familia no es todo, y
hay cosas que no tienen arreglo, salvo para personas que creen que pueden ir por la vida jugando a dañar y pedir perdón en un incansable ciclo que nunca termina. Hay otras que nunca piden perdón.
Habemos otras que cerramos la puerta p…», oía mientras conducía por una intransitada carretera, a ella le gustaban los largos viajes, y especialmente conducir en ellos, para meditar al son de la música, dos de sus aficiones preferidas. Divagaba sobre los cambios que habían producido la pandemia y el confinamiento en los espíritus de la gente alrededor del globo. De pronto tuvo el impulso de cambiar de emisora; cuando sus dedos estaban a punto de tocar la perilla, la transmisión se paró de golpe, así como su sedán claro; al parecer, una falla en la batería. Se produjo un profundo silencio, luego del cual oyó un susurro: «Peligro». Dispuso los triángulos reflectantes, encendió un cigarrillo y esperó pacientemente a que un gentil conductor le ayudara con el entuerto. Afortunadamente ella estaba preparada con los conocimientos y cables necesarios, solo faltaba una batería activa que pudiera reactivar la suya. Luego del ritual intercambio de números con el improvisado héroe, y la despedida, giró en «U», pasó a una florería y eligió unas fragantes orquídeas… Su perro corrió hacia la puerta agitando la cola; Nuit, la gata, se subió al arrimo para saludarla. Ella se quitó los tacones, buscó una película italiana y se arrellanó entre las mullidas y perfumadas almohadas, no sin antes poner agua a las flores.

2021 | 04 | 07

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