He sabido que aún…

No podría consolarme por los años perdidos, y los niños (tuyos) que no tuve, en el pecho donde se recostó otra mujer mientras yo te esperaba llena de fe. No quiero que estés por aquí o por ahí convenciendo, convenciéndome y convenciéndote de que tengo que expiar el dolor que tú mismo causaste sin misericordia, cuando por años profanaste todo lo que era -y que vuelvo a ser-.

Quizás ya te haya perdonado, no sé, pero sí sé que quiero una historia en que solo haya espacio para dos. Y tú estás de más ahora.

He sabido que aún me buscas, y aunque creas que son palabras vacías, me apena, por ti, más que por mí, que procures con tanto entusiasmo reparar el mal -o volver a destruirme-.

En los años más oscuros, tú no estabas; y no solo me privaste de ti ex profeso; sino que a propósito, también, evitaste que cicatrizaran las heridas que traía desde antes de ti... de historias más antiguas, infligiendo dolor sobre dolor.

El pasado que me ofreciste no es más que una advertencia para el futuro... Porque, aunque ya nada espero de ti, la realidad me muestra que todo sigue igual. Que solo una decisión radical puede cambiar la historia, pero eso es cosa de hombres... Que incluso si lo intentara contigo, miraría siempre hacia donde hubo quien tuvo conmigo gestos amables, mientras tú los prodigabas a una que no era yo y para otros hijos, y no el mío; que me mataría la curiosidad de una empresa sin dolor, ni traición, ni tramas extrañas, cosas de las que tú no sabes. Creo que tendría tanta rabia que no tú podrías ser feliz.

Él al menos tiene el beneficio de la duda. ¿Recuerdas las oportunidades que escribí -al aire, porque tú fisgoneabas en mis escritos y otras publicaciones, pero no respondías- que estabas en mis primeros y últimos pensamientos de cada día? No desconozco que aún te recuerdo a veces, pero cosas amargas y lastimeras acompañan esos momentos, y todo dentro y alrededor se ensombrece. Viene un ejército de imágenes que quizás pudieran ilustrar un futuro (que no me has pedido); pero, en contrapartida, se amontona también el pasado, ese en que acometías con tu atención, para luego llevarte mi alma de golpe cada vez que constaté que preferías compañías que te hacían aparentar más estatus, que tu respuesta fue un ácido silencio o que me negaste. Tú eres recuerdos, malos recuerdos, y miedo al porvenir. Él, solo momentos agradables y una imaginación que no para de inventar conversaciones sobre intereses comunes, que los hay y muchos.

No vuelvas a buscarme, ya te lo advirtió mi mensaje del invierno pasado, quizás el número ya no es tuyo, aunque tenía tu retrato en el perfil. No lo hagas más, no quiero que transites los caminos llenos de espinas y brasas que conocí cuando te conocí. Mi última comunicación, no solo fue infecunda, sino que me demostró, como si no lo hubiera sabido hasta el hartazgo, que eres incapaz de reconocer las cosas que haces y de sentir compasión por las personas a las que destruyes...

Una vez vi una fotografía suya en que estaba acompañado de un perro, y algo de sus ojos claros y sonrientes me hizo recordar que al menos los primeros momentos deben ser una fiesta y no el duelo permanente al que asistí mientras miraba cómo mi espíritu se hundía en el infierno, cual oscuro presagio de los estragos que causarías.

Apunté su número móvil, para luego de un tiempo comprobar que él tenía el mío subrepticiamente... ¡Quién sabe desde cuándo!, “¡Guau, esto parece ser recíproco!“, me dije; entonces el olvidarte se hizo fácil, divertido y dulce, y ya no solamente necesario y urgente. Y le di mi número oficialmente; como es de esperar, recurriendo a muy buenas malas excusas, (aunque sabe que lo son) ya estoy acostumbrada a esas lides en el mundo lleno de hombres en que me desenvuelvo. ¡Él tenía que saber que sabía...!

Solo me observa, pero casi no habla. ¿Cómo podría advertirle que ese juego te mantiene peligrosamente, para ti, al acecho?

Él tiene que saber que existes, por tu propio bien, aunque en tus últimos estertores a mi respecto. Y lo digo porque esa cosa prometedora y sublime la transformaste en piedad. Es imprescindible que cambie de táctica, insisto, por tu propio bien; y por su éxito: ¿Qué de provechoso puede tener un silencio tan prolongado? ¿tal vez las mismas ventajas que te has procurado tú?

Tu momento ya pasó, eso también lo tiene que saber, y lo repito ahora para ti: Tu momento ya pasó, y creo que no es necesario explicarte que golpeaste tanto y con tanta perfidia, que ahogaste cualquier propósito y designio.

A veces pienso en ti y termino concluyendo que estás enfermo o no tienes alma, o las dos cosas. ¿Acaso hubieses estado dispuesto a que me recreara con otro mientras te ponía en espera? ¿Cuántos años pasaron ya?

No importa lo que piense ahora, hay que perder para ganar, y quiero que confíe en mí. No es a ti a quien busco cuando hago lo que bien sabes, y quiero que lo tengas muy claro, tú y las personas que nos observan a ti y a mí. Estás acostumbrado a actuar a oscuras, pero yo prefiero la luz, a riesgo de perder todo. Traté este tema todas las veces que me pareció que debía hacerlo, pero nadie quiso escuchar... Esa puerta está cerrada para siempre.

Es inteligente e idealista, sencillo y gentil, casi lo opuesto a ti. Pero si alguna vez se me hacen similares, o revivo tus desplantes en los suyos, aunque tenga que cerrar nuevamente una puerta, dejaré todo lo que sea o lo que no sea, sin mirar atrás.

Él no me conoció cuando mi juventud se resistía a dejarme..., al menos eso creo. No puede contrastar el antes con el después, ni puede saber cómo los años y las ilusiones rotas se llevaron el brillo de mi mirada y de mi piel. Él no vivirá comparándome con una mujer más joven (yo misma en esos primeros años y/o la que elegiste) que parece que ignora convenientemente lo que haces cuando no está. No sé si te cansaste de ella o ella de ti, y de ahí venga la desesperación que te impulsa para buscarme con más ahínco; o si sigue a tu lado, y se trata simplemente de que solo eres tú siendo tú -tal parece que es así, hace unos días la vi conduciendo tu auto-. Y la verdad, salvo por la lástima que eso me produce, ya no me importa.

(2021/06/16)


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