El gris de ese silencio

En las primeras horas estarás ansioso, molesto y desconcertado; como cualquier mortal que tiene la atención de alguien y luego la pierde. Tal vez hasta hagas cosas de las que luego te arrepientas. Quizás me esté arrepintiendo en este segundo. Con los días y semanas llegarás a las conclusiones brillantes. Sé que eres capaz de ellas:
Que el silencio, cualquier silencio, tal como puede arribar a certezas, puede también fomentar dudas. Y que tal como puede ser causa, puede también ser efecto.

No desprecio estos años. Pero… ¿qué tiempo ha sido? Si siempre solo miro por la ventana, no puedo ir donde no soy invitada expresamente; solo por excepción el silencio otorga.

Y me parece que el tiempo, aunque sea mucho, puede ser tan estéril como cualquier silencio no entendido.
¿Cómo interpreta un escritor una hoja en blanco en un tiempo que no tiene hitos? ¿¡Cómo!? ¿Te faltó atención? No se puede esperar lo más cuando se da lo menos; como si se quisiera subir por una escalera, esperando que el otro siempre ponga los peldaños, las piernas y el impulso.
El tiempo puede ser tan estéril como cualquier silencio no entendido.
Como el pintor que no quiere usar colores o como el escritor que no quiere decir palabras.
¿Cómo interpreta una escritora una hoja en blanco en un tiempo que no tiene hitos? Una hoja sin fin, por siempre -o casi siempre- vacía de estímulos.
El tiempo puede ser tan estéril como cualquier silencio no entendido.
Como una pintora que ya no quiere usar colores o como una escritora que ya no quiere decir palabras.

Hay cosas que no sabemos el uno del otro. Y el silencio no ayuda, ciertamente. No tiene el mismo significado para todos ni en todas las circunstancias. ¡Y suele ser sobrevalorado! Aun así, puedes responder con más silencio, estás en todo tu derecho.

No estoy haciendo reproches, ni reclamos, solo explico algo que tal vez no te importe. Pero que en caso que sí, para que no te quedes con preguntas: Si no lo dices, no puedo saber lo que sientes, ni conocer tus intenciones, aunque creas que debería ser obvio para mí. Solo puedo interpretar cosas más o menos significativas que haces u omites. Pareces ser el centro y universo de ti mismo. Pareces creer que eres el regalo en el lugar en que pudiste recibirlos y prodigarlos. No hay reconocimientos para nada de lo que hago, de lo que soy o de lo que pasa en mi vida. Creo que nunca seré yo quien esté en tus fotos.
Cuando publico las mías, hay decenas de reacciones, ninguna tuya.

Por lo tanto, ya no te pintaré, porque esos cuadros serían elogiados por muchos, pero no por ti; ni escribiré mensajes privados que sé que serían ignorados; ni en público textos que serían alabados por varias y varios, pero que a ti te serían indiferentes.

Entonces cerraré esa ventana que conoces, porque estás demasiado cómodo ahí; mientras tratas como me gustaría que lo hicieras conmigo a personas para las cuales tienes una relevancia mínima como ser humano.

Y si más adelante quieres venir, que sea por la puerta, con alguna excusa, alguna idea, un panorama, un chocolate o un sombrero y unos peldaños, piernas e impulso. Antes aporté con excusas para hablar de cualquier cosa y conocerte, aporté ideas y ofrecí regalos, pero no te interesó lo suficiente. ¿Lo suficiente para qué?, por más que a cada hora intentes y consigas llamar mi atención con tu persistencia inexplicable para seguir mis horarios… ¿Te aburres mucho mientras trabajas? ¿En qué momento te bañas, duermes… O tienes una inteligencia artificial y/o aplicación programadas para que accionen tu teléfono conforme a mis patrones?

No tengo forma alguna de saber de antemano cuando me voy a conectar si lo has hecho recientemente y en qué momento preciso. Las veces en que coincido contigo eso sucede por casualidad. No vaya a ser que luego denuncies acoso. Los patrones numéricos están porque me gusta que lo hagas.

Eso no quita que tu conducta es extraña, y pudiera entenderla si al menos pareciera tener un propósito decente. Si no es así, es mejor que lo dejes. Porque, entre otros motivos, ese juego atrae a un montón de intrusas e intrusos, y fantasmas, que hacen lo mismo que tú y que con seguridad creen que cuando escribo ciertas cosas me refiero a ellas o ellos. O cuando menos, que estoy loca.

No sé por qué haces lo que haces. ¿Cuál es la causa de tu obsesión? Claramente no tienes problemas para expresarte, si atendemos a tu profesión y a tus aficiones. ¿Por qué no hablas?

Por mi parte, no existo para ser «el gustito secreto» de alguien, menos si ese alguien eventualmente tuviera compromisos. Comencé a aplicar mezclas de blanco y negro, para bajar la intensidad de los pigmentos, imagino que lo has notado.

Debí ordenar esto en otrosíes, para que se entienda un poco. Quedó casi tan confuso como tu comportamiento y el mío.
En suma, es algo así:
En lo principal: Me gusta que hagas eso de seguirme.
Los otrosíes ordénalos como quieras, pero ten presente que dejaré este juego -como tú también deberás dejarlo- por las razones de hecho y de derecho que están revueltas en el cuerpo de este escrito.

¡Creo que ambos estamos invirtiendo en los mercados equivocados!

El gris de ese silencio me ha vuelto opaca, ya conocí en vidas olvidadas mutismos fatalmente parecidos; mientras he menospreciado errónea y sucesivamente a personas valiosas y con determinación que han querido poner sus futuros en mis manos.

Si fueras pintor, te diría que a este óleo rojo le aplicaste tanta trementina que lo terminaste diluyendo hasta hacerlo desaparecer.

Estoy cansada de monólogos donde pudo haber diálogos, se me acabaron las palabras para ti, en tanto no existan respuestas que expliquen qué buscas, más allá de toda duda razonable.

De «EL COLOR DE LAS PALABRAS»

2022 | 11 | 20

Copia el enlace y pega en el navegador

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid02vFcJMS4PmBaCZLN69okjwDGKWa8A8Zoq1FjhVL5aPHK6yxZjJMhdepVeb5v5HTiXl&id=1218587269&mibextid=Nif5oz