Nunca he besado a un abogado, pero cuando era estudiante me gustaba un compañero que ahora lo es. Ambos éramos tímidos, no pudimos dar el paso de ser amigos a dejar de serlo... Cuando se atrevió, me comporté torpemente. Cierta vez, antes de mi desacierto, abrí una leche condensada y comenzamos a beberla, distanciando el borde del contenedor de nuestros respectivos labios unos treinta centímetros, la gravedad de esos minutos y de la tierra hicieron el resto; fue un momento tan sensual como inocente. ¡Qué recuerdos más dulces, un hombre de ternura estructural, en esos tiempos y ahora!
Pasados unos años, conocí a un estudiante con el que conversábamos por horas sobre leyes, cine, libros y política, en el trayecto a nuestras casas, mientras los colectivos se iban sin mí, y las noches del invierno santiaguino amenazaban congelarnos. Él era duro, y aunque se notaba que le encantaba mi compañía, cuando, cerca de Unión Latinoamericana, otros giraban a mirarme, decía con cierta frecuencia, mientras me escaneaba con simulado desinterés (porque ¿qué duda cabía de que solo me miraba como amiga?): "¿Qué te encuentran?". Una vez lo invité a mis vacaciones; ya en la playa una de esas tardes, me quité el pareo, quedando vestida solo con el bañador de dos piezas. Sorpresivamente, y sin que yo lo hubiese buscado, lo que se congeló fue su mirada, quedó tan aturdido con la visión, que hasta olvidó de lo que estábamos hablando, como si sobre mi blanca piel de pronto se hubiese impreso un jardín de delicias, y hubiese dado con las respuestas a sus autoinculpatorias preguntas. Me gustaba su aguda inteligencia, su ironía, su sentido de justicia social. Cerca de las últimas reuniones solía tararear "It's now or never", de Presley... y se hizo tarde. Una vez le pedí que me acompañara a un matrimonio, y estando ahí se negó reiteradamente a bailar ¿A qué va uno a esas celebraciones si no es a eso? Afortunadamente cumplí mi propósito, y me moví sin parar, especialmente con un excelso bailarín -que conoce a la perfección mis gustos públicos y secretos, y con el que de cuando en cuando se entrecruzan miradas y sonrisas de cariño y complicidad- hasta que de pronto una conocida me dijo "a tu amigo le salían chispas por los ojos, estaba tan celoso que se fue“. Unos días después él negó que ese fuera el motivo. Ahora también se hizo tarde, me despido, las historias de abogados, leche condensada y jueces, continuarán... No sin antes advertirles que no crean todo lo que escribo, especialmente una de las siguientes narraciones, estoy segura de que sabrán distinguir cuál es. (2021/10/30) Facebook
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